domingo, 17 de novembro de 2013

Manifestaciones de María en la OIC

 

 

Apariciones Marianas en la OIC

Manifestaciones de María Santísima en Apariciones

o revelaciones particulares a Monjas de la Orden

La Orden Concepcionista es una Orden a través de la cual, MARÍA, La Inmaculada, se ha dado cita con nosotros de muchos modos a lo largo de los siglos. Aquí nos hacemos eco de varias Apariciones o manifestaciones de la Madre Buena siempre solícita con sus hijos...

Siglo XV Santa Beatriz de Silva - Inmaculada Concepción - España

Por lo que consta en la hagiográfica de los santos, con Santa Beatriz de Silva, es la primera vez que la Madre de Dios, se expresa sobre el Misterio de su Concepción Inmaculada.

Consta que estas apariciones o revelaciones a Santa Beatriz se repitieron por lo menos varias veces en la vida de Santa Beatriz.

Cuatro siglos antes de la proclamación del dogma y las apariciones de Lourdes, cuando todavía la polémica se encendía entre los teólogos, María Sma. pide algo concreto a Santa Beatriz:

la fundación de una Orden "a honra de la Inmaculada Concepción...".

Un 'séquito de vírgenes' en 'Oblación al Redentor y a su gloriosa Madre, entregándose a Él como hóstia viva en alma y cuerpo'...

La Orden de la Inmaculada Concepción se convierte así, en el primero Monumento vivo y perpetuo a la Inmaculada desde el siglo XV.

La Inmaculada no es el 'Titular' o Patrona de la Orden, simplemente,

es un Programa de Vida que por el Carisma recibido del Espíritu Santo, Santa Beatriz de Silva transmite de generación en generación, no solo a toda la familia Concepcionista, como a toda la Iglesia...

Siglo XVI La Esclavitud Mariana desde Alcalá de Henares - España

La Primera Cofradía con la espiritualidad esclavista surgió allá por la segunda mitad del siglo XVI a través de una Concepcionista, la Venerable Inés de San Pablo. No consta que fuera a partir de unas 'apariciones marianas' propiamente. Lo cierto es que la Obra brotó de un fuerte impulso mariano desde el interior de su fundadora y con muchísima proyección en las almas.

Gracias a grandes apóstoles de esta esta espiritualidad como Bartolomé de los Ríos y sobretodo San Luis de Montfort y nuestro Santo Padre Juan Pablo II, se va universalizando cada vez mas...

Siglo XVI Mariana de Jesús Torres - Virgen del Buen Suceso - Ecuador

Estas Apariciones tuvieron lugar en el Monasterio de la Concepción en Quito, Ecuador. Y María Santísima se identificó como la Madre del Buen Suceso.

La vidente, una monja Concepcionista, recibió esta visita varias veces entre los años 1594-1635 con mensajes intensos y varias profecías que se han ido cumpliendo.

Hoy el Monasterio es un autentico Santuario donde acude gente de todas partes.
Todavía no se ha probado que esta advocación mariana, haya existido en alguna parte del mundo, antes de estas fechas.

Siglo XVI - XVII

Venerable María de Jesús de Puebla – México

Maria de Jesús de Tomelín (1579-1637)  se ganó el nombre de El Lirio de Puebla por la estela de santidad que dejó en esa ciudad.

Cuentan sus biógrafos que desde su niñez hubo en ella fuerte inclinación a la piedad. Distinguida con dones extraordinarios, vivió una estrecha relación con el mundo espiritual y místico.

Fue favorecida con muchas apariciones del Señor y de la Santísima Virgen. Pero no consta ninguna advocación especial relacionada con los hechos.

Siglo XVII  María de Jesús - María, la Mística Ciudad de Dios - España

En el siglo XVII, encontramos también grandes revelaciones de María Santísima  a una hija de Santa Beatriz de Silva: Sor María de Jesús de Ágreda  (1605-1665) en Soria (España).

María es, en palabras de la Vble, la "Mística Ciudad de Dios", la "Digna Morada" escogida por el Señor para ser la Madre de Dios, la "Ciudad Santa"...

Su Obra cumbre es una amplia biografía histórico-teológica de María Santísima, titulada Mística Ciudad de Dios. Una Obra escrita por mandato de la misma Virgen María, de la que los expertos se hacen lenguas de sus excelencias, unos por su doctrina espiritual, otros por su buen decir en lengua castellana... Y hoy es cada vez más buscada y traducida a todas las lenguas.

La "Virgen de la Historia" y la "Virgen del Coro", ambas iconografías inmaculistas, también están especialmente relaciona- das con la Venerable de Ágreda.

Siglo XVII Virgen del Milagro - Tunja - Colombia

Recuerda la manifestación de María Santísima en México, en 1531, estampando su iconografía en una tilma del Beato Juan Diego.

En Tunja - Colombia fue en 1628, cuando dos Hermanas Concepcionistas del Monasterio de Tunja, a eso de las cuatro y media de la mañana, salían de su oración en la capilla. Al atravesar el patio, observaron estupefactas que en el agua de un pequeño charco dejado por la lluvia, se reflejaba una imagen de María Sma. Sorprendidas levantaron los ojos al cielo y, suspendida entre esplendores, contemplaron la misma imagen. Miraron hacia una habitación contigua donde salía un torrente de luz e, impresa sobre un lienzo de la tosca cortina de la ventana, admiraron la misma imagen que habían visto en el agua y en el cielo. El hecho no tardo en reunir postradas a todas las Hermanas de la Comunidad que poco menos que extasiadas contemplaban el prodigio. Llamaron al señor Arzobispo que de la misma forma cayó de rodillas ante la Inmaculada que llenaba de luz y resplandores la pequeña habitación. Las campanas tocaron por sí solas y esto sirvió para que los vecinos sorprendidos por aquellos repiques a horas tan desusadas, corrieran al Monasterio. El Prelado dispensó la clausura a la devota muchedumbre que invadió los claustros para cerciorarse por sus propios ojos de la verdad y grandeza del suceso. El lienzo en esos momentos comenzó a destilar bálsamo que el Prelado recogía devotamente empapando algodones y colocándolos con una cucharilla de plata en una redoma del mismo metal. "Milagro! Milagro!" gritaba la gente y así quedó bautizada la sagrada imagen.

Este año de 1628 fue, pues, la fecha más egregia tanto para Tunja como para la Comunidad. El mismo Prelado levantó el Proceso Jurídico sobre la autenticidad del Milagro y permitió que fuera expuesto al culto público el prodigioso lienzo ordenando además que se celebrara todos los años solemnemente el aniversario de esta Aparición.

Actualmente es la Patrona de la Diócesis de Tunja y de las Fuerzas Aéreas Colombianas.

El día de su fiesta, no se escatiman las exhibiciones aéreas para celebrar a la Patrona de los artistas del aire...
Hay una tesis hecha en 1995 sobre esta Historia, por  María Rafaela Velandia Franco, alumna de la Universidad de Tunja.

Siglo XIX Maria del PatrocinioVirgen del Triunfo - España

La Venerable María del Patrocinio, muy conocida también como ‘La Monja de las Llagas’ por los estigmas que marcaron toda su vida, recibió confidencias singulares de la Madre de Dios. Desde 1831 la Señora se le quejaba del olvido de los hombres, siendo Ella la portadora del Triunfo y la Misericordia de su Divino Hijo. Y según su voluntad, ese mensaje fue divulgado y materializado en una imagen prodigiosa bajo la advocación de Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordia...

Su culto ha sido aprobado por Bula del Papa Gregorio XVI y enriquecido con muchas promesas de la Virgen e indulgencias papales. Actualmente preside la Iglesia de las Concepcionistas de Guadalajara-España, donde se encuentra también el sencillo sepulcro de la Venerable.

Siglo XIX Magdalena – La Inmaculada Niña - México

Ocurrió el 6 de enero de 1840 cuando en el Monasterio Concepcionista de San José de Gracia, en México, sor Magdalena hacia su oración contem- plando el Belén y se preguntaba:

¿Por qué a la Santísima Virgen no se la venera también en su nacimiento, y no se le celebra con cantos de alegría como se hace con el Niño Dios?

Le sorprendió entonces una aparición de la Santísima Virgen recién nacida sobre las nubes, acostada y vestida como una reina y oyó que le decía: "Concederé todas las gracias que me pidan las personas que me honren en mi infancia".

Así se hizo la primera escultura de la Niña María según las indicaciones de la vidente que logró incluso ir personalmente a Roma alcanzando del Papa Gregorio XVI la aprobación de su culto y numerosas indulgencias. Se difundieron impresos con la novena y oración propia y se multiplicaron las gracias y milagros alcanzados por esta devoción a la santa Infancia de María Santísima.

Años más tarde surgió la Congregación de las Esclavas de la Inmaculada Niña cuya Fundadora - M. Rosario Arrevillaga Escalada desde muy joven conoció y difundió efusivamente esa devoción.

Siglo XX María de los Ángeles SorazuMaría Medianera - España

Sorazu, desde Valladolid se convirtió en un astro de la Mariología por su vida y espiritualidad y el testimonio de sus escritos...

Entre muchas apariciones o visiones intelectuales, de las que Santa Teresa clasifica de 'más seguras', Ángeles Sorazu narra esta visión de la Virgen Medianera de todas las Gracias, con todos los detalles que puede, recogiendo incluso al dibujo...

Luego después de su muerte, el dibujo fue enviado a Roma y aprobado por el Papa Benedicto XV que también estableció en 1921, la fiesta de María Medianera Universal a 7 de noviembre, con Oficio propio para la Comunidad celebrar.

Con la reforma litúrgica del Concilio quedo olvidado hasta que alguien lo vuelva a poner en su lugar...

Hoy, el Monasterio es un Santuario mariano muy visitado y venerado por la fama de santidad de esta Venerable Concepcionista. 

Revelación pública y revelaciones privadas

Su lugar teológico

Cardenal Ratzinger

La doctrina de la Iglesia distingue entre la ‘revelación pública’ y las ‘revelaciones privadas’. Entre estas dos realidades hay una diferencia, no sólo de grado, sino de esencia. El término “revelación pública” designa la acción reveladora de Dios destinada a toda la humanidad, que ha encontrado su expresión literaria en las dos partes de la Biblia: el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Se llama “revelación”porque en ella Dios se ha dado a conocer progresivamente a los hombres, hasta el punto de hacerse él mismo hombre, para atraer a sí y para reunir en sí a todo el mundo por medio del Hijo encarnado, Jesucristo.

No se trata, pues, de comunicaciones intelectuales, sino de un proceso vital, en el cual Dios se acerca al hombre; naturalmente en este proceso se manifiestan también contenidos que tienen que ver con la inteligencia y con la comprensión del misterio de Dios. El proceso atañe al hombre total y, por tanto, también a la razón, aunque no sólo a ella. Puesto que Dios es uno solo, también es única la historia que él comparte con la humanidad; vale para todos los tiempos y encuentra su cumplimiento con la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo. En Cristo Dios ha dicho todo, es decir, se ha manifestado así mismo y, por lo tanto, la revelación ha concluido con la realización del misterio de Cristo que ha encontrado su expresión en el Nuevo Testamento.

El Catecismo de la Iglesia Católica, para explicar este carácter definitivo y completo de la revelación, cita un texto de San Juan de la Cruz: “Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra...; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en Él, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino que haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer cosa otra alguna o novedad”(n. 65, Subida al Monte Carmelo, 2, 22).

El hecho de que la única revelación de Dios dirigida a todos los pueblos se haya concluido con Cristo y en el testimonio sobre Él recogido en los libros del Nuevo Testamento, vincula a la Iglesia con el acontecimiento único de la historia sagrada y de la palabra de la Biblia, que garantiza e interpreta este acontecimiento, pero no significa que la Iglesia ahora sólo pueda mirar al pasado y esté así condenada a una estéril repetición.

El Catecismo de la Iglesia Católica dice a este respecto: “Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos”(n. 66).

Estos dos aspectos, el vínculo con el carácter único del acontecimiento y el progreso en su comprensión, están muy bien ilustrados en los discursos de despedida del Señor, cuando antes de partir les dice a los discípulos: “Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta... Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros”(Jn 16, 12-14).

Por una parte el Espíritu, que hace de guía y abre así las puertas a un conocimiento, del cual antes faltaba el presupuesto que permitiera acogerlo; es ésta la amplitud y la profundidad nunca alcanzada de la fe cristiana. Por otra parte, este guiar es un “tomar”del tesoro de Jesucristo mismo, cuya profundidad inagotable se manifiesta en esta conducción por parte del Espíritu. A este respecto el Catecismo cita una palabra densa del Papa Gregorio Magno: “la comprensión de las palabras divinas crece con su reiterada lectura”(Catecismo de la Iglesia Católica, 94; Gregorio, In Ez 1, 7, 8).

El Concilio Vaticano II señala tres maneras esenciales en que se realiza la guía del Espíritu Santo en la Iglesia y, en consecuencia, el “crecimiento de la Palabra”: éste se lleva a cabo a través de la meditación y del estudio por parte de los fieles, por medio del conocimiento profundo, que deriva de la experiencia espiritual y por medio de la predicación de “los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad”(Dei Verbum, 8).

En este contexto es posible entender correctamente el concepto de revelación privada, que se refiere a todas las visiones y revelaciones que tienen lugar una vez terminado el Nuevo Testamento...

Escuchemos aún a este respecto antes de nada el Catecismo de la Iglesia Católica: “A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas “privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia... Su función no es la de... “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia”(n. 67).

Se deben aclarar dos cosas:

1. La autoridad de las revelaciones privadas es esencialmente diversa de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe; en efecto, en ella, a través de palabras humanas y de la mediación de la comunidad viviente de la Iglesia, Dios mismo nos habla. La fe en Dios y en su Palabra se distingue de cualquier otra fe, confianza u opinión humana. La certeza de que Dios habla me da la seguridad de que encuentro la verdad misma y, de ese modo, una certeza que no puede darse en ninguna otra forma humana de conocimiento. Es la certeza sobre la cual edifico mi vida y a la cual me confío al morir.

2. La revelación privada es una ayuda para la fe, y se manifiesta como creíble precisamente porque remite a la única revelación pública.

El Cardenal Próspero Lambertini, futuro Papa Benedicto XIV, dice al respecto en su clásico tratado, que después llegó a ser normativo para las beatificaciones y canonizaciones: “No se debe un asentimiento de fe católica a revelaciones aprobadas en tal modo; no es ni tan siquiera posible. Estas revelaciones exigen más bien un asentimiento de fe humana, según las reglas de la prudencia, que nos las presenta como probables y piadosamente creíbles”.

El teólogo flamenco E. Dhanis, eminente conocedor de esta materia, afirma sintéticamente que la aprobación eclesiástica de una revelación privada contiene tres elementos:

- el mensaje en cuestión no contiene nada que vaya contra la fe y las buenas costumbres;

- es lícito hacerlo publico, y los fieles están autorizados a darle en forma prudente su adhesión (E. Dhanis, Sguardo su Fatima e bilancio di una discussione, en: La Civiltà Cattolica 104, 1953, II. 392-406, en particular 397). Un mensaje así puede ser una ayuda válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el momento presente; por eso no se debe descartar.

- Es una ayuda que se ofrece, pero no es obligatorio hacer uso de la misma.

El criterio de verdad y de valor de una revelación privada es, pues, su orientación a Cristo mismo. Cuando ella nos aleja de Él, cuando se hace autónoma o, más aún, cuando se hace pasar como otro y mejor designio de salvación, más importante que el Evangelio, entonces no viene ciertamente del Espíritu Santo, que nos guía hacia el interior del Evangelio y no fuera del mismo. Esto no excluye que dicha revelación privada acentúe nuevos aspectos, suscite nuevas formas de piedad o profundice y extienda las antiguas. Pero, en cualquier caso, en todo esto debe tratarse de un apoyo para la fe, la esperanza y la caridad, que son el camino permanente de salvación para todos.

Podemos añadir que a menudo las revelaciones privadas provienen sobre todo de la piedad popular y se apoyan en ella, le dan nuevos impulsos y abren para ella nuevas formas. Eso no excluye que tengan efectos incluso sobre la liturgia, como por ejemplo muestran las fiestas del Corpus Domini y del Sagrado Corazón de Jesús.

Desde un cierto punto de vista, en la relación entre liturgia y piedad popular se refleja la relación entre Revelación y revelaciones privadas: la liturgia es el criterio, la forma vital de la Iglesia en su conjunto, alimentada directamente por el Evangelio. La religiosidad popular significa que la fe está arraigada en el corazón de todos los pueblos, de modo que se introduce en la esfera de lo cotidiano. La religiosidad popular es la primera y fundamental forma de “inculturación”de la fe, que debe dejarse orientar y guiar continuamente por las indicaciones de la liturgia, pero que a su vez fecunda la fe a partir del corazón.

Hemos pasado así de las precisiones más bien negativas, que eran necesarias antes de nada, a la determinación positiva de las revelaciones privadas: ¿cómo se pueden clasificar de modo correcto a partir de la Sagrada Escritura? ¿Cuál es su categoría teológica?

La carta más antigua de San Pablo que nos ha sido conservada, tal vez el escrito más antiguo del Nuevo Testamento, la 1ª Carta a los Tesalonicenses, me parece que ofrece una indicación. El Apóstol dice en ella: “No apaguéis el Espíritu, no despreciéis las profecías; examinad cada cosa y quedaos con lo que es bueno”(5, 19-21).

En todas las épocas se le ha dado a la Iglesia el carisma de la profecía, que debe ser examinado, pero que tampoco puede ser despreciado. A este respecto, es necesario tener presente que la profecía en el sentido de la Biblia no quiere decir predecir el futuro, sino explicar la voluntad de Dios para el presente, lo cual muestra el recto camino hacia el futuro. El que predice el futuro se encuentra con la curiosidad de la razón, que desea apartar el velo del porvenir; el profeta ayuda a la ceguera de la voluntad y del pensamiento y aclara la voluntad de Dios como exigencia e indicación para el presente. La importancia de la predicción del futuro en este caso es secundaria. Lo esencial es la actualización de la única revelación, que me afecta profundamente: la palabra profética es advertencia o también consuelo o las dos cosas a la vez. En este sentido, se puede relacionar el carisma de la profecía con la categoría de los “signos de los tiempos”, que ha sido subrayada por el Vaticano II: “...sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?”(Lc 12, 56). En esta parábola de Jesús por “signos de los tiempos”debe entenderse su propio camino, el mismo Jesús. Interpretar los signos de los tiempos a la luz de la fe significa reconocer la presencia de Cristo en todos los tiempos. En las revelaciones privadas reconocidas por la Iglesia se trata de esto: ayudarnos a comprender los signos de los tiempos y a encontrar la justa respuesta desde la fe ante ellos.

La estructura antropológica

de las revelaciones privadas

Una vez que con las precedentes reflexiones hemos tratado de determinar el lugar teológico de las revelaciones privadas, debemos aún intentar aclarar brevemente un poco su carácter antropológico (psicológico). La antropología teológica distingue en este ámbito tres formas de percepción o “visión”: la visión con los sentidos, es decir la percepción externa corpórea, la percepción interior y la visión espiritual (visio sensibilis – imaginativa – intellectualis).

Está claro que en las visiones de Lourdes, Fátima, etc. no se trata de la normal percepción externa de los sentidos: las imágenes y las figuras, que se ven, no se hallan exteriormente en el espacio, como se encuentran un árbol o una casa. Esto es absolutamente evidente, por ejemplo, por lo que se refiere a la visión del infierno (descrita en la primera parte del “secreto”de Fátima) o también la visión descrita en la tercera parte del “secreto”, pero puede demostrarse con mucha facilidad también en las otras visiones, sobre todo porque no todos los presentes las veían, sino de hecho sólo los “videntes”. Del mismo modo es obvio que no se trata de una “visión”intelectual, sin imágenes, como se da en otros grados de la mística. Aquí se trata de la categoría intermedia, la percepción interior, que ciertamente tiene en el vidente la fuerza de una presencia que, para él, equivale a la manifestación externa sensible.

Ver interiormente no significa que se trate de fantasía, como si fuera sólo una expresión de la imaginación subjetiva. Más bien significa que el alma viene acariciada por algo real, aunque suprasensible, y es capaz de ver lo no sensible, lo no visible por los sentidos, una especie de visión con los “sentidos internos”. Se trata de verdaderos “objetos”, que tocan el alma, aunque no pertenezcan a nuestro habitual mundo sensible. Para esto se exige una vigilancia interior del corazón que generalmente no se tiene a causa de la fuerte presión de las realidades externas y de las imágenes y pensamientos que llenan el alma. La persona es transportada más allá de la pura exterioridad y otras dimensiones más profundas de la realidad la tocan, se le hacen visibles. Tal vez por eso se puede comprender por qué los niños son los destinatarios preferidos de tales apariciones: el alma está aún poco alterada y su capacidad interior de percepción está aún poco deteriorada. “De la boca de los niños y de los lactantes has recibido la alabanza”, responde Jesús con una frase del Salmo 8 (v.3) a la crítica de los Sumos Sacerdotes y de los ancianos, que encuentran inoportuno el grito de “hosanna”de los niños (Mt 21, 16).

La “visión interior”no es una fantasía, sino una propia y verdadera manera de verificar, como hemos dicho. Pero conlleva también limitaciones. Ya en la visión exterior está siempre involucrado el factor subjetivo; no vemos el objeto puro, sino que llega a nosotros a través del filtro de nuestros sentidos, que deben llevar a cabo un proceso de traducción. Esto es aún más evidente en la visión interior, sobre todo cuando se trata de realidades que sobrepasan en sí mismas nuestro horizonte. El sujeto, el vidente, está involucrado de un modo aún más íntimo. Él ve con sus concretas posibilidades, con las modalidades de representación y de conocimiento que le son accesibles. En la visión interior se trata, de manera más amplia que en la exterior, de un proceso de traducción, de modo que el sujeto es esencialmente copartícipe en la formación como imagen de lo que aparece. La imagen puede llegar solamente según sus medidas y sus posibilidades. Tales visiones nunca son simples “fotografías”del más allá, sino que llevan en sí también las posibilidades y los límites del sujeto perceptor.

Esto se puede comprender en todas las grandes visiones de los santos; naturalmente, vale también para las visiones de los niños de Fátima, etc. Las imágenes que ellos describen no son en absoluto simples expresiones de su fantasía, sino fruto de una real percepción de origen superior e interior, pero no son imaginaciones como si por un momento se quitara el velo del más allá y el cielo apareciese en su esencia pura, tal como nosotros esperamos verlo un día en la definitiva unión con Dios. Más bien las imágenes son, por decirlo así, una síntesis del impulso proveniente de lo Alto y de las posibilidades de que dispone para ello el sujeto que percibe, esto es, los niños. Por este motivo, el lenguaje imaginativo de estas visiones es un lenguaje simbólico. El Cardenal Sodano dice al respecto: “... no se describen en sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetizan y condensan sobre un mismo fondo, hechos que se extienden en el tiempo según una sucesión y con una duración no precisadas”. Esta concentración de tiempos y espacios en una única imagen es típica de tales visiones que, por lo demás, pueden ser descifradas sólo a posteriori. A este respecto, no todo elemento visivo debe tener un concreto sentido histórico. Lo que cuenta es la visión como conjunto, y a partir del conjunto de imágenes deben ser comprendidos los aspectos particulares. Lo que es central en una imagen se desvela en último término a partir del centro de la “profecía”cristiana en absoluto: el centro está allí donde la visión se convierte en llamada y guía hacia la voluntad de Dios.

Cardenal Ratzinger

Texto extraído del

Comentario al secreto de Fátima

Importante: Por decreto de la Santa Congregación para la Doctrina de la Fe, aprobado por el Papa Paulo VI el 14 de Octubre de 1966, ya no es necesario el Nihil Obstat ni el Imprimatur para publicaciones que tratan de revelaciones privadas en tanto no contengan nada contrario a la fe y la moral.

Decreto del Papa Pablo VI sobre las Apariciones

El Canon 1399 prohibía por derecho la publicación de ciertos libros tales como aquellos que tratan de revelaciones, visiones, profecías y milagros. Este Canon ha sido derogado. Esto significa que en lo que se refiere a estas publicaciones se levanta la prohibición en cuanto a ser sujeto de ley eclesiástica. Esto significa que de aquí en adelante se permite a los Católicos, sin necesidad de Imprimátur o de Nihil Obstat o cualquier otro permiso, publicar sucesos de revelaciones, visiones, profecías y milagros. Por supuesto estas publicaciones no deben poner en peligro la FE y la MORAL; esta es la regla general que cada Católico debe seguir en todas sus acciones, aun periodistas, especialmente periodistas. De aquí que no hay ninguna prohibición relativa a Apariciones, sean ellas reconocidas o no por la Autoridad Eclesiástica. Por la misma razón se permite a los Católicos frecuentar lugares de Apariciones, aún aquellas no reconocidas por los Ordinarios de la Diócesis o por el Santo Padre; supuesto que los Católicos visitantes que frecuenten estos lugares deben respetar la FE y la MORAL. Sin embargo ellos no son sujeto de ninguna disciplina eclesiástica, ni aun en su Oración pública. Se requiere permiso tan solo para la celebración de la Santa Misa o cualquier otro servicio religioso. - El Canon 2318 disponía penas contra los que violasen las leyes de censura y prohibición. Este Canon ha sido derogado a partir de 1966. En las " Actas oficiales de la Santa Sede" ( A.A.S.) 58/16 del 29 de Diciembre de 1966, se publicó un decreto de la "Santa Congregación para la Doctrina de la Fe". Por este decreto los artículos 1399 y 2318 del Derecho Canónico se han abrogado. Este decreto de abrogación ha sido aprobado el 14 de Octubre de 1966 por su Santidad Pablo VI que ordenó al mismo tiempo su publicación. Aprobado por el Santo Padre, se dio en la audiencia dada al Eminentísimo Cardenal Ottaviani, Sub-Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. El Decreto se dio en Roma el 15 de Noviembre de 1966; lleva las firmas: Del Cardenal Ottaviani, Sub-Prefecto y de P. Parente, Secretario. Tres meses después de publicarse, el decreto entró en vigor el 29 de Marzo de 1967. Su Santidad Juan Pablo II no solo aprueba las decisiones de sus predecesores sino que anima a los fieles a Visitar y Orar en estos lugares donde nuestra Madre la Virgen María se ha aparecido y en los que por su mediación se obtienen tantas gracias para las almas, salud para todas las enfermedades y sentirse amados por Dios nuestro Padre que es el destino eterno de nuestras vidas.

¿Qué significado tienen las “apariciones” en el proyecto de salvación de la fe cristiana?

Por un lado las apariciones auténticas tienen como significado teológico la presencia viva de Cristo en su Iglesia. En el caso de María, también su particular presencia junto a Cristo como Virgen Asunta al cielo.

Las “apariciones” de María pueden ser un medio para confirmar en la fe de la Iglesia, para asegurar su presencia y protección materna, particularmente en ciertos momentos de la historia...

A menudo algunas apariciones de María o la invención de una imagen suya milagrosa tienen un significado eclesiológico en cuanto fundamentan con un hecho sobrenatural la certeza de la presencia de María...

explicó un especialista en estudios marianos y consultor de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe, el padre Jesús Castellano Cervera, ocd - ROMA, jueves, 20 mayo 2004 - ZENIT

Sem comentários: