domingo, 17 de novembro de 2013

Teresa Enríquez, «la loca del Sacramento» 1450- Concepcionistas de Torrijos

 

Teresa Enríquez, «la loca del Sacramento» 1450

Su cuerpo, después de 470 años de su muerte,

se conserva incorrupto en el monasterio de las

Concepcionistas de Torrijos.

Mosaico de Teresa Enríquez, del Convento

de las Madres Concepcionistas, de Torrijos

Aprobado el proceso diocesano de beatificación
Roma acaba de aprobar el proceso diocesano con el que se ha estudiado y recuperado la memoria de la vida de doña Teresa Enríquez, una noble muy cercana a la reina Isabel la Católica, que dedicó su vida y su dinero a los más desfavorecidos

Teresa Enríquez nació en Valladolid hacia 1450. Era, por lo tanto, de la misma edad que la reina Isabel la Católica, y prima hermana del rey Fernando. Quedó huérfana de madre al nacer, y su padre, don Alonso Enríquez, Almirante Mayor de Castilla, entregó a la niña a la tutela de su abuela, doña Teresa de Quiñones. Bajo su atención, se educó Teresita en toda clase de virtudes.
Teresa siempre estuvo muy unida a Isabel, tanto por sus mismas aficiones en la caridad y religión, como por estar casada con uno de los hombres más cercanos a los reyes en todos los negocios de mayor importancia. Don Gutierre de Cárdenas era Contador Mayor de los Reyes Católicos. Teresa era siempre compañera incondicional y colaborador de Isabel. Destacó su labor en el largo asedio de Granada, donde trabajó como enfermera cariñosa en el Hospital de la Sangre de la Santa Fe, instalado por la reina. Allí acudía solícita, sin melindre alguno, para todos los servicios más repugnantes, cuidando y curando a los soldados, llevándoles ropas, vendas y alimentos como la más cariñosa de las madres.
Mientras vivió su marido, Teresa había de acompañarle participando incluso en las fiestas de palacio. Pero aun en estos casos, cuando por razón de su estado tenía que acompañar a su esposo elegante y enjoyada, se dirigía a su Cristo amado, orando en su interior con aquellas palabras que han llegado hasta nosotros: «Tú bien sabes, Señor, que estos arreos a mí nunca me plugieron».
Al morir don Gutierre en 1503, Teresa da un adiós a todo lo de este mundo y se retira a su Villa de Torrijos, para dar buena cuenta de todos sus bienes a Dios, repartiéndolos en múltiples obras de caridad, dándose ella misma, en primer lugar, desprendida de todo lujo, vistiendo y viviendo como pobre, con un hábito de estameña negra.
Teresa fundó dos hospitales, dotó largamente a chicas que se daban a la mala vida para que se casaran dignamente, y también a huérfanas en peligro. En años de sequía y malas cosechas, a todos los labradores que quisieran, ella les repartiría tierras que tenía para pastos y que había ordenado roturar. También daba simiente y hasta yuntas de bueyes a los que no los tenían. Todo ello a cambio de alguna renta nada gravosa para ellos, y muy beneficiosa para otros muchos pobres a los que Teresa socorría.
Enterada del heroísmo de caridad del sacerote sevillano Fernando de Contreras, le llamó a Torrijos para que se pusiera al frente de un Colegio para huérfanos, que ella fundó, a los que vestía y alimentaba y atendía ella misma, dirigidos por este sacerdote, veinte años más joven que ella, que fue su gran consejero y colaborador en los últimos años de su vida.
Cuando todavía no se habían establecido los Seminarios, Teresa fundó en Torrijos un Colegio llamado de Mozos del Coro, porque, a la vez que realizaban sus estudios, se encargaban de las alabanzas divinas, que era la mayor ilusión de esta alma grande. Aquí fundó las célebres Cofradías del Santísimo Sacramento, que se extendieron, gracias a su celo, por toda Europa y hasta por América. Su finalidad se refería a todo lo que redundara en mayor esplendor del culto divino y la atención de sagrarios abandonados. Por todas partes, tanto en España como en el extranjero, tenía una especie de detectives que le informaban de cómo era venerada la Eucaristía en todas partes. Este culto de amor lo quiso perpetuar fundando monasterios y conventos para que nunca faltase la alabanza divina. Ella misma, abrasada en el amor de la Eucaristía –el Papa Julio II la llamaba la loca del Sacramento–, se pasaba horas y horas ante el sagrario en una tribuna a la que conducía un pasadizo que mandó construir desde su palacio hasta la Colegiata del Corpus Christi. Estimaba a las almas contemplativas, y por la reina Isabel conoció de cerca a santa Beatriz de Silva y su Orden de la Inmaculada Concepción. La santa falleció, pero Teresa siguió favoreciendo a sus hijas.
Su cuerpo, después de 470 años de su muerte, se conserva incorrupto en el monasterio de las Concepcionistas de Torrijos. Así, pared por medio del sagrario de sus amores, parece decirnos: Ahí está Él, amadlo, adoradlo, confiad siempre en Él.
El fin de su etapa terrena, vivida en la trayectoria humana de esposa y madre, de cristiana, ha trascendido más de cinco siglos para gloria de la mujer, ya sea noble o sencilla. Su causa de beatificación y canonización se inició en Toledo en el año 2001 y se clausuró el proceso diocesano en Torrijos el 30 de noviembre de 2002. Hace unos meses, los cardenales reunidos en congreso, aprobaron el proceso diocesano. Con este nuevo y positivo paso ya se puede continuar trabajando en la redacción de la Positio, a cuya aprobación seguiría la declaración de virtudes heroicas y el título de Venerable.

La cronista del monasterio de la Inmaculada Concepción, de Torrijos (Toledo) España 2005-11-05

Conocereis de Verdad | Teresa Enríquez, «la loca del Sacramento» 1450- Concepcionistas de Torrijos

Sem comentários: