sexta-feira, 26 de julho de 2013

sábado, 20 de julho de 2013

CONVENTO DE CONCEPCIONISTAS DE SANTA CLARA–Trujillo

 

CONVENTO DE CONCEPCIONISTAS DE SANTA CLARA.

El Convento de Santa Clara fue fundado por Don Fray Martín Rol el 10 de julio de 1533[31], sobre las casas que llamaban del recaudador y la primitiva parroquia de San Clemente, cuyo uso compartieron las monjas con los feligreses hasta que en el año 1534, el canónigo de Sigüenza Luis de la Cerda les dejó libre su uso y disfrute. Fue en esta fecha cuando el Obispo de Plasencia dio su consentimiento para la edificación del convento y su aprobación para el uso de la iglesia.

Todo parecer indicar que en este momento debieron iniciarse las obras de la galería norte del claustro, el refectorio y la clausura. El primitivismo de esta zona así lo recomienda, sin embargo, no son pocas las dudas que nos han asaltado para datar esta primera intervención, pues ningún documento hemos encontrado que hable de obras en el convento hasta el año 1578[32]. Resulta obvio que algo debió construirse con anterioridad a estas fechas, pero es muy complicado confirmar que se conserve.

En efecto, el incorrecto uso del lenguaje clásico y los numerosos errores de cálculo y geometría de que hizo gala el magíster operis, que culminó la galería norte, nos hicieron pensar en un primer momento, que pudieran deberse a un maestro de la primera mitad del s. XVI poco ducho en la ciencia de la construcción; no de otro modo podríamos perdonarle el uso de arcos escarzanos sujetos en cada uno de sus dos sálmeres por capiteles de distinto orden (toscanos y un falso jónico).

Tampoco de otro modo podríamos entender cómo las basas y los capiteles son idénticos, rompiendo así con las más elementales normas de entendimiento de la arquitectura clásica. Pero no culminó aquí, este avezado practicante de la albañilería, su repertorio de despropósitos, pues resulta doloroso ver cómo la disposición de columnas del primer y segundo pisos no se sitúan en la misma vertical, sino en líneas diferentes que rompen todo intento de simetría. No acabaron aquí los problemas de tan insigne maestro, pues la elección de bóvedas de cañón de perfil rebajado, dispuestas perpendicularamente al eje axial de la galería, terminó por volcar la fachada, obligándole a disponer un conjunto de contrafuertes, que afearon aún más, si cabe, el aspecto de tan espléndido recinto.

Como hemos dicho, tales despropósitos nos llevaron a pensar en un artesano del primer tercio de siglo, sin embargo, varios detalles nos obligaron a replantear tal hipótesis. Entre ellos, la presencia en el claustro de una balaustrada lisa, típica de la década de los setenta, o las incorrectas zapatas del entablamento(decoradas sólo por los extremos de la cara externa y con el centro sin ornamentar, algo habitual sólo para la cara interna, cuya parte central acogía habitualmente, las vigas maestras del artesonado). Este último dato nos reveló que el maestro era sin duda hombre de pocas luces y nos inclinó a pensar (las zapatas no se usaron en la ciudad hasta la segunda mitad de la década de los cuarenta) que el patio fue ejecutado en la década de los setenta por alguien que no alcanzó a comprender el sentido y significado de los elementos que utilizaba y que debía haberlos visto en otros edificios de la ciudad (especialmente en el Convento de San Miguel). Las restantes pandas del claustro fueron ejecutadas a todas luces en los primeros años del siglo XVII por un arquitecto de mayor talento, que vio condicionado su proyecto por la necesaria adaptación de lo nuevo a lo allí construido en décadas anteriores.


NOTAS BIBLIOGRÁFICAS:

1 Burckhardt, J. La cultura del renacimiento en Italia. Edaf. Madrid,1982.

2 Tena Fernández, Juan. Trujillo Histórico Monumental. Trujillo 1998.

3 Solís Rodríguez, Carmelo. El Arquitecto Trujillano Sancho de Cabrera (1500?-1574).V Congreso de Estudios Extremeños. Badajoz, 1975.

4 Clodoaldo Naranjo Alonso. Trujillo sus Hijos y Monumentos. Espasa-Calpe. Madrid,1989

5 A.G.I. Patronato,191,r.2. “Probanza de los méritos y servicios de Francisco Becerra” (Cfr. Marco Dorta: Francisco…)

6 Natividad Sánchez. Alonso de Covarrubias y el Toledo Renacentista. Cuadernos de Arte Español. Historia 16.(cit, pag 27.)

7 Solís Rodríguez Carmelo. El arquitecto Francisco Becerra. Su etapa trujillana. I.S.C. Diputación de Badajoz. Badajoz1973

8 Solís, Op.cit,pág.25.

9 Do canto, Eugenio. Medidas del Romano.(Lisboa, 1541). Lisboa 1915.

10 Nieto Alcaide, V. La Arquitectura del Renacimiento en España. Cátedra. Madrid, 1994.

11 Pizarro Gómez, F.J. Arquitectura y Urbanismo en Trujillo. Siglos XVIII y XIX. Editorial Regional. Cáceres, 1987.

12 Solís Rodríguez, C. La plaza mayor de Trujillo. Actas del VI Congreso de Estudios Extremeños. T.I. Cáceres,1981.

13 Tena Fernández, Juan. ( loc, cit, página 323).

14 Tena Fernández, Juan. Op. Cit, pág 305.

15 Do canto, Eugenio (Op. Cit).

16 Mélida, R. Catálogo Monumental de la provincia de Cáceres. Madrid 1924. 2 vols. de texto y uno de ilustraciones.

17 Solís, C. Op. Cit, págs, 45-46.

18 Rostworowski de Díez Canseco, M. Doña Francisca Pizarro. I.E.P. Perú, 1989

19 A.M.T. 4-III-1498. Privilegio para poder construir Hernando Pizarro sobre las carnicerías. Legajo 11.

20 A.P.T. leg,15. Mandato de Gonzalo de las Casas al Arcipreste Juan Pizarro

21 “ Fue una de las casas más principales y ricas y más bien acabadas que ay en toda Extremadura” A.G:I: Patronato 191, r.2..”Probanza de méritos y servicios de Francisco Becerra”.

22 A.P.T. Francisco de Villatoro,1574. Leg. 19, fols 360-364

23 Ramos Rubio, J.A. El Palacio del Marqués de La Conquista. 1992.

24 “… y así mismo compré cierta pensión que los frailes de San francisco de la ciudad de Plasencia tenían sobre la dehesa de los Cerralbo de los Aguijones en termino de la ciudad de Trujillo y la mitad de las casas que fueron de Lorenzo de Santa Cruz escribano de la dicha ciudad para las meter e incorporar en las casas principales que yo tengo que son en la plaza de la dicha ciudad…” A.P.T. Testamento de Diego de Vargas-Carvajal ante el escribano Pedro de Carmona. 1-7-1562.(cfrs: Gregorio Salinero. Trujillo d´Espagne, une ville entre deux Mondes, 1529-1631)

25 Álvarez Villar, Julián. Extremadura. Colección Tierras de España. Noguer. Madrid, 1979.

26 Gregorio Salinero. (Op.cit).

27 A.P.T. Pedro de Carmona, 1570. Leg. 15, 39-40

28 Solís, op. Cit, pag,35.

29 Ramos Rubio, J.A. Estudio sobre los Conventos Trujillanos de la T.O.R.F.

30 Documento correspondiente a la visita general realizada por el Dr. Don Pedro González, canónigo magistral de Plasencia, 1578-1581. Arch. Convento de San Pedro. (Cfrs. Ramos Rubio, José Antonio. Estudio sobre los Conventos de la T.O.R.F. de Trujillo).

31 Tena Fernández, Juan. Op. Cit.

32 “Se mandaron librar para la obra del Convento de Santa Clara cien ducados y que se entreguen al señor Melchor González para que los gaste en la obra conforme a lo que estaba acordado”. 17-III-1578. (Cfrs. Tena Fernández, op. cit, pág. 229)

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Sor Filomena María Bustamante

 

 

Manuel J. Bazaga Ibáñez

“Yo me acosté, y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba” (Salmo III).

Si queremos recoger algo de la vida de esta ilustre Religiosa, debemos significar que en este Salmo, se puede resumir toda la trayectoria tanto seglar, como religiosa de Maria Ramona (Mariquita, como familiarmente la llamaban), más tarde Sor Filomena Maria del Patrocinio Bustamante Risel.

Nació en Trujillo un 18 de octubre del año 1825, en la calle Ballesteros, hija de Manuel Bustamante Saldaña, natural de Madrid y de Jacinta Risel Orozco, nacida en Aldeacentenera, Marqueses de San Antonio y Condes de Saldaña., ambos de ilustres familias afincadas en Trujillo.

A partir de los siglos XV al XVIII en Trujillo se tiene una explosión de religiosidad; los que marcharon a la conquista de América, vuelven con dinero y ganas de perpetuar sus nombres, por ello no dudan en destinar parte de sus caudales en levantar Palacios, Casas solariegas o subvencionar Conventos, dentro de las murallas, o fuera de ellas, se acordaron de todos y a pesar de que había Cuatro de Frailes ( Mercedarios, dominicos, Franciscanos, en sus dos ramas, (Observantes y Conventuales) y Seis de religiosas: Clarisas, Dominicas, Concepcionistas, Franciscanas, y Jerónimas). Además de las Ermitas u Oratorios que a la sombra de estos Conventos fueron levantándose en los alrededores de Trujillo: Santa Ana, Loreto, Magdalena, Papanaranja, etc. Las Parroquias también levantaron nuevos edificios o mejoraron las existentes: San Clemente, La Veracruz, Santa Maria, San Martín, acogieron a los devotos trujillanos que encontraban refugio en sus vidas espirituales. Todos fueron más o menos dotados económicamente, con la esperanza de que por sus donativos intercedieran por ellos. El Convento de San Francisco Real de la Coria es el que en principio ocupará nuestra atención, ya que está relacionado de forma muy especial con la vida que hemos de relatar de Sor Maria Filomena.

Este Convento, llamado de la Coria, por encontrarse en el camino que salía de Trujillo hacia la población de Coria, fue fundado en el año 1426, siendo su verdadero nombre San Francisco Real. Fue el preferido por las damas trujillanas y por ello adquirió cierto prestigio y fama de solo acoger a miembros femeninos de ilustres abolengos. Verdaderamente en él tuvieron acogida todas las jóvenes o mayores que acudieron a sus puertas solicitando su ingreso en el Cenobio, incluso vivieron con las Religiosas jóvenes que sus familias solicitaban su acogida como pupilas. En este Convento estuvo viviendo la Regla Religiosa durante siete meses, la madre de Sor Filomena, que tuvo que abandonar por enfermedad.

En este también profesaron como Religiosas dos hermanas de Jacinta Risel Orozco, que así se llamaba la madre de nuestra protagonista, una fue Abadesa, Sor Ana Maria y la otra Portera, Sor Paula. Ambas por tanto tías de Mariquita.

Una vez que Jacinta Risel, dejó el Convento, contrajo matrimonio con Manuel Bustamante Saldaña, de cuyo matrimonio tuvieron cuatro hijos: Mariano, Manuel, Carmen y Maria Ramona. Carmen falleció al nacer (27 enero de 1820) La madre Jacinta Risel, también tuvo corta vida pues a los 33 años, el 7 de julio de 1829 falleció, dejando los hijos antes reseñados: Mariano, Manuel, y Maria Ramona, llamada familiarmente Mariquita, y que más tarde fuera Sor Filomena Maria del Patrocinio. Del matrimonio de Antonio Risel y Tapia y Mª Josefa de Orozco Treviño, nacieron Jacinta, Sor Ana Maria, Sor Paula, (ambas religiosas en el Convento de la Coria, como hemos dicho), Leonardo y Eusebio, primos y tíos de nuestra Religiosa. Toda la familia Bustamante Risel estaba integrada en Trujillo, y prueba de ello fue que recibieron sepultura en el Cementerio de la Ciudad: Juana Lozano Rubio, (Trujillana) casada con Mariano Bustamante, que también recibió sepultura en Trujillo, el 21 de agosto de 1900, falleció a la temprana edad de 23 años. Mª Álvarez Riguero, casada con Manuel Bustamante, enterrada a los 52 años de edad en este mismo Cementerio el 25 de septiembre de 1875. Mariano Bustamante Risel y Saldaña, viudo de Juana Lozano Rubio, falleció el 9 de mayo de 1898 a los 75 años de edad y algún otro allegado familiar. Todos estos enterramientos están en el Patio Grande del Cementerio de Trujillo, (con lápidas muy deteriorada pero que permiten su lectura.) Toda la familia Bustamante Risel, aunque no oriundas de Trujillo, se vinculó a él y tuvieron suntuosas viviendas en la calle Ballesteros, García de Paredes y Francisco Pizarro, ya que sus títulos nobiliarios y desahogada situación económica la hicieron figurar entre las más distinguidas familias Trujillanas.

Al morir Jacinta Risel Orozco, los hijos varones los acogieron sus tíos Leonardo y Eusebio. La hembraro OrozcoOo fue llevada por sus tías Religiosas al Convento de La Coria. Esta niña nació el día 18 de Octubre de 1825, en la calle Ballesteros de Trujillo a la que pusieron por nombre Maria Ramona, más conocida por Mariquita,.La bautizaron en la Parroquia de Santa Maria el día 19 de Octubre de 1825 y confirmada el 27 de Octubre de 1829. Su madre murió cuando tenia 33 años, como antes hemos dicho y Maria Ramona tres. Su padre rico hacendado, obligado a efectuar frecuentes viajes de negocio, tuvo que dejar a la pequeña en manos de criados desaprensivos que la maltrataron hasta ponerla en peligro de muerte en más de una ocasión. Enterado el padre del trato dado a la pequeña le obligó al padre en uno de sus regreso a Trujillo, a entregar a la pequeña Mariquita a sus tías Religiosas del Convento de la Coria, que tuvieron que hacerse cargo de la niña, y con ellas estuvo desde la edad de tres años hasta que por enfermedad, nuevamente el padre la llevó a su casa, pensando que en esta tendría mejores cuidados, pero también se equivocó.

De sus hermanos Manuel y Mariano, se hicieron cargo de ellos sus tíos Leonardo y Eusebio, donde encontraron toda clase de cuidados y ayuda hasta su mayoría de edad. No fue así, con Mariquita, las personas encargadas por el padre de cuidar a la pequeña, la maltrataron despiadadamente, y en lugar de cuidar de la pequeña siguieron abusando de la confianza en ellas depositadas. La llevaron a un pueblo cercano a Trujillo, para evitar que se dieran cuenta del mal trato que recibía la pequeña, con ello creyeron tener la seguridad de que los familiares no se enterarían de cómo era tratada y prescindieran de sus servicios. La encargada de su cuidados y criados de la casa siempre abusaron de la confianza depositada en ellas y aprovechándose económicamente de la situación, mal alimentaban y maltrataban, llegando a situaciones extrema, pues incluso trataron en una ocasión de ahogarla, La niña que desde su nacimiento era débil y aquejada de extraña enfermedad volvió a recaer, en tal forma que en alguna ocasión llegaron a darla por muerta, sin que los médicos supieran que mal era el que la aquejaba. En esta situación, la niña ya mayorcita trata de volver con sus tías al Convento, cuando ocurre un extraño suceso: Llama un día a la puerta del domicilio paterno un desconocido personaje, pidiendo limosna, Mariquita le socorre y confiando en él, solicita que la lleve al Convento, con sus tías, así lo hace el anciano y una vez en las cercanías de la Coria, desaparece misteriosamente, sin que ella, ni sus tías, a las que explica lo ocurrido encuentren repuesta a la situación.

Una vez en el Convento tampoco encuentra la paz y tranquilidad que precisaba, ya que su enfermedad no deja de afectarla, más cuando en el Convento había algunas señoritas residentes, que a espaldas de las Monjas la maltratan haciéndola la vida insoportable, con especial cuidado para que las tías no se den cuenta de estos malos tratos, que llegando incluso a la violencia. Maria Ramona vuelve a sufrir con su enfermedad sin que ningún momento se la ocurra dar noticias de lo que está sufriendo.

Maria Ramona, quiere imitar a sus tías y religiosas del Convento obligándose con sacrificios y penitencias, demasiados rigurosas para su estado físico y tierna edad, contaba en aquel entonces trece años de edad. Vuelve a castigarla su enfermedad, llegando al parecer de todos a ponerse en trance de muerte, así se considera su estado en varias ocasiones. Milagrosamente algunas veces permanece en este estado de inconciencia más de un día, volviendo a la vida, como si nada hubiera pasado, recuperándose seguidamente, y siguiendo como su único pensamiento y deseo incorporarse a la Comunidad Religiosa con los votos monástico. Las otras monjas pusieron algunos impedimentos, pues la consideraban de poca edad para cumplir su investidura del hábito religioso y deseos de pertenecer a la Orden, en la que estaban sus tías. Estos deseos la daba fuerzas para superar todas las pruebas, tanto físicas como espirituales, con que se mortificaba su cuerpo y cada día más deseaba hacerse monja y pertenecer al Convento a perpetuidad.

Llegan tiempos difíciles para las Religiosas, si hasta entonces recibieron todas clases de ayudas económicas y espirituales, empiezan al cambiar radicalmente la situación. Los políticos por un lado, con la famosa Ley de Desamortización de Bienes Religiosos, (firmada por Mendizábal) año 1836, atacan a Conventos y Ordenes Religiosas que en ellos moraban. Por un lado se apropian de sus bienes, y como prohiben que existieran dos Conventos de igual Orden Religiosa, en la misma Ciudad. Más tarde la invasión francesa, en que las tropas francesas a su paso para Portugal arrasan, se apropian o destruyen lo poco que quedaba a los Conventos, saqueados y se obliga a las Religiosas a marchar a sitios más seguros. Las del Convento de San Francisco el Real (La Coria) marchan al Convento de San Ildefonso de Plasencia, donde las acogen. (Allí estaban también refugiadas las de San Pedro de Trujillo, por las mismas razones).

La marcha de las Monjas hasta llegar a Plasencia, fue de verdadera epopeya, pues si en Trujillo se las despide con todos los honores , el viaje es catastrófico, intento de asalto, vejaciones por los contratados para el traslado, amenazas, llegando por fin el 30 de abril de 1836, a Plasencia en donde son recibidas en el Convento de San Ildefonso. En este mismo Convento estaban las Religiosas del Convento de San Pedro de Trujillo, que también fueron obligadas a abandonar el suyo de Trujillo, por las mismas causas.

Nuestra Religiosa no encuentra mejoría en su enfermedad recayendo una y otra vez, no sirviendo para nada los cuidados médicos que no encuentran la enfermedad que la aquejaba, pero no olvidando en sus mejorías, la idea de hacerse religiosa como sus tías. Estando en Plasencia su familia trujillana, intentan una y otra vez que abandone el estado religioso al que aspiraba, llegando a proponerla el matrimonio con un amigo de la familia, relevante personaje en el Ejército, sin que fueran capaces de modificar sus pensamientos. Su padre había fallecido y los hermanos no estaban dispuestos a que siguiera en sus intentos religiosos, más cuando no dejaba de afligirla su extraña enfermedad, y con buen criterio esperaban que al abandonar el Convento mejorara siguiendo con sus propuestas matrimoniales. Sus deseos de seguir la vida religiosa la daba fuerzas para superar sus crisis y seguir con sus deseos de perfección.

Por fin hace sus votos simples en San Ildefonso, a los 17 años, tomando el nombre de Sor Filomena Maria del Patrocinio.

Su enfermedad no dejaba de afligirla de vez en cuando, tan pronto parecía una muerte aparente como que desaparecían los síntomas volviendo a la plenitud de su vida espiritual. Aceptaba y creía con fe firme, aplicándose lo que se decía en el Salmo:” YO ME ACOSTE, Y DORMI, Y DESPERTE, PORQUE JEHOVA ME SUSTENTABA” en El confiaba hasta su muerte verdadera.

Por su poca edad tuvo inconvenientes para lograr integrarse con las Religiosas, tomando los hábitos de la Orden, pero por autorización expresa del Obispo Placentino consiguió la toma del hábito que la vinculaba para siempre a la Orden Religiosa en 2 de abril de 1850.

Desapareciendo las causas por las que pasaron las Religiosas, después de 15 años en Plasencia, piensan en volver a su antiguo Convento de Trujillo, y el 30 de abril de 1851 regresan, encontrando que su Convento de La Coria, era un montón de escombros y unas malas paredes que restaban de él ya que los franceses a su paso por Trujillo, demolieron todos estos edificios religiosos, que tuvieron que abandonar las Religiosas y se llevaron todo lo que lo poco de valor que restaba en ellos, asaltados anteriormente por el saqueo autorizado por las leyes desamortizadoras de Mendizábal.

Viendo que en el Convento de la Coria era imposible habitarle, obtienen autorización para instalarse en el Convento de San Pedro, vacío, pues la Monjas de él, habían fallecido todas durante su estancia en Plasencia. El estado de este Convento tampoco era muy halagüeño, pero no encontrando sitio más confortable se cobijaron en sus ruinas, mientras lo acondicionaban obligando a las Religiosas a vivir entre sus muros desdeñando su estado ruinoso. Poco a poco fueron rehabilitándole. No faltaron a las Religiosas numerosas donaciones y limosnas que ayudaron a hacerle algo más habitable. La Abadesa, solicita y consigue ayuda de la Reina Isabel II. Una vez acomodadas en San Pedro, Sor Filomena hace por fin sus votos perpetuos el 11 de mayo de 1851. En 26 de febrero de 1865, fue nombrada Superiora Sor Filomena, sucediendo a su tía en el cargo y por su afortunada gestión las monjas pudieron proveerse de todo lo necesario y acabar de restaurar el Convento, e incluso consiguiendo que fueran admitidas novicias jóvenes que deseaban vivir como Religiosas a pesar de que la ley, todavía vigente solo permitía ingresar a más de dos personas como novicias en los Conventos. Pero Sor Filomena logra autorización de la Autoridad Civil para que puedan ingresar mayor número. Con ello se renueva la vida activa de las Religiosas.

La Madre Sor Filomena Maria del Patrocinio, recibe el ofrecimiento de unas señoras de Fuente del Maestre, en la provincia de Badajoz, dueñas de un antiguo Convento, para que en él se instalen las Monjas de su Orden. Obtenidas las oportunas autorizaciones del Obispado y pensando que en Trujillo ya están bien servidas y en Convento rehabilitado, acepta con otras cinco Monjas el ir hasta Fuente del Maestre. Llegando al edificio ofrecido ve, que de nuevo ha de acometer la obra de rehabilitación, puesto que hasta entonces este edificio había sido utilizado como fábrica de harinas. No logra mejorar en su enfermedad, que no dejaba de atacarla de vez en cuando y sin cejar en sus empeños de mejor servir a Dios, rehace y crea un nuevo Convento.

Pensando que la Orden que había estado anteriormente en el edificio que ella han aceptado fue de Religiosas de la Orden de Santa Beatriz de Silva, Concepcionistas, y previa consulta con sus hermanas religiosas y autoridad Religiosa, cambia su Orden Franciscana, por la de Inmaculada Concepción, cambiando su hábito, por el azul y blanco de estas Religiosas, Cumple así con sus deseos de servir a la Inmaculada Concepción, de la que siempre fue devota. Sor Filomena durante su estancia en Fuente del Maestre sufrió periodos de larga postración, ocasionados por su enfermedad, pero llegado el día 22 de Noviembre de 1913, a los 88 años de edad, entregó definitivamente su alma a Dios, dando en todo momento ejemplo de santidad, aceptando su muerte y ofreciéndola como prueba de amor a su Madre Inmaculada,. Su cuerpo recibió sepultura en la Iglesia del Convento por ella fundado, donde sigue. El pueblo de Fuente del Maestre demostró el sentimiento de todos los habitantes por la muerte de la Madre Filomena, que lo manifestó con numerosas pruebas de cariño a la Madre que despedían y a la que consideraban como elegida de Dios y merecedora de su devoción.

Sor Filomena María Bustamante » CHDE Trujillo

terça-feira, 16 de julho de 2013

Sor Patrocinio

Sor Patrocinio

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Retrato de Sor Patrocinio.
Sor Patrocinio, más conocida como la Monja de las Llagas, cuyo nombre de bautismo era María Josefa de los Dolores Anastasia de Quiroga Capopardo (San Clemente (Cuenca), 1811 - Guadalajara, 1891), fue una religiosa española de la Orden de la Inmaculada Concepción, de gran presencia en la vida social y política española durante la segunda mitad del siglo XIX, debido a la influencia que ejerció sobre la reina Isabel II y su esposo Francisco de Asís de Borbón.

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Infancia y vocación[editar]

Sor Patrocinio nació el 27 de abril de 1811 en San Clemente, provincia de Cuenca, en una finca que recibía el nombre de Venta del Pinar. Los primeros años de su infancia estuvieron marcados por la Guerra de la independencia.
Tras fallecer Diego de Quiroga, su padre, se trasladó con su empobrecida familia a Madrid, donde rechazaría a Salustiano Olózaga, entonces joven abogado, enamorado de ella y centro del proyecto matrimonial que Dolores Capopardo fraguaba para su hija.[1] Ambos personajes habrían de volver a encontrarse en momentos difíciles de la vida de la religiosa: con motivo del proceso judicial que sufrió en 1835 y en su exilio en Francia, tras los sucesos revolucionarios de 1868.
En 1826 ingresó en el Convento de las Comendadoras de Santiago de Madrid, siendo amadrinada por su tía, la marquesa de Santa Coloma. Tres años más tarde fue amadrinada por la duquesa de Benavente para ingresar como monja en el Convento del Caballero de Gracia, de la orden concepcionista. En el año 1829, siendo todavía novicia, recibió su primera llaga en el costado izquierdo, lo que se interpretó como estigma. Concluido el noviciado, el 20 de enero de 1830 Mª Dolores de Quiroga Capopardo hizo profesión solemne en la Orden de la Inmaculada Concepción de Ntra. Señora (concepcionistas franciscanas descalzas), en el convento de Jesús, María y José del Caballero de Gracia, en Madrid, tomando el nombre de Sor María Rafaela de los Dolores y del Patrocinio.

Nuevas experiencias místicas[editar]

A partir de 1830 sufre varias visiones místicas, quedando muchas de estas experiencias reflejadas en su cuerpo. El jueves 20 de mayo del mencionado año, día de la Ascensión, le aparecen llagas en pies y manos, así como las de la corona de espinas. En el siguiente mes, el 8 de junio, dos días antes de la celebracíón del Corpus Christi, Sor Patrocinio quedó en éxtasis y le habló el Santísimo Cristo de la Palabra, desde un lienzo casi olvidado que colgaba en la pared. El 13 de agosto de 1830, se le apareció la Virgen María bajo la advocación "del Olvido, Triunfo y Misericordias", de la que la monja recibió una imagen que llevaría consigo el resto de su vida.
Cinco años más tarde, procesada judicialmente por impostura, así como acusada de apoyar la causa carlista, fue sacada de su convento y, tras varios traslados, llevada a la Casa de Arrepentidas de Santa María Magdalena, hasta que se dictó sentencia condenatoria por la que se la desterraba de la Corte. Por dos años vivió en un convento en Talavera de la Reina. Allí comenzaría a escribir el llamado Libro de Oro, cuyo título original era Mes de María Perpetuo.
La causa judicial para averiguar el origen de las llagas que, por acción supuestamente sobrenatural, presentaba en sus manos, pies, costado izquierdo y cabeza, se inició el 6 de noviembre de 1835. El juez convocó a tres facultativos que, tras un examen y descripción minuciosos de dichas lesiones, se comprometieron a su curación, cosa que, en efecto, consiguieron. El 21 de enero siguiente, en presencia de J. Cecilio de la Rosa, Salustiano Olózaga y otros, así como de los aludidos profesores de Medicina y Cirugía, el célebre doctor Diego de Argumosa, y los doctores Mateo Seoane y Maximiliano González, se realizó un último reconocimiento del estado de Sor Patrocinio, certificándose oficialmente la completa cicatrización de sus aparentes estigmas pasionarios. Bajo juramento, la religiosa declaró la historia de los mismos: el fraile capuchino Fray Fermín de Alcaraz le había facilitado siendo novicia "una reliquia que aplicada a cualquier parte del cuerpo causaba una llaga que debía tenerse abierta para seguir padeciendo y teniendo tal mortificación, ofreciendo a Dios los dolores como penitencia de las culpas cometidas (...) mandándola aplicase a las palmas de las manos y al dorso de ellas, a las plantas y parte superior de los pies, en el costado izquierdo, y alrededor de la cabeza en forma de corona, encargándola muy estrechamente bajo obediencia y las más terribles penas en el otro mundo, que no manifestase a nadie de qué la habían provenido, y que si le preguntaban debería decir que sobrenaturalmente se había hallado en ellas".[2]
El beneficio económico en limosnas y donaciones que la fama de santidad de la religiosa había representado y hubiese podido representar para la Orden y sus conventos, aparecía como móvil del fraude. El citado capuchino no pudo ser encontrado para tomársele declaración, "por haberse ausentado del reino", lo que para el promotor fiscal de la causa hacía más probable su culpabilidad. La sentencia advirtió que, de no comparecer, se le juzgaría "por su ausencia y rebeldía". En cuanto al defensor, Juan M. González Acevedo, alegó, ante las pruebas y declaraciones, que "todo fue mentira, excepto los tormentos" de su defendida, cuyo papel fue el de "víctima, tanto más digna de compasión cuanto que parecía condenada a una muerte lenta y penosa".[3]
La sentencia, dada en Madrid el 25 de noviembre de 1836, manifestaba que Sor Patrocinio "debió resistirse al fraude" y dar cuenta a sus superiores; pero tuvo en cuenta el arrepentimiento de la religiosa, que fue condenada al traslado "con la decencia y recato debidos a su estado a otro convento que se halle al menos a distancia de 40 leguas" de la Corte, instando a que se le procurase un confesor "virtuoso e ilustrado" que acabase "de fortalecerla en las sólidas y verdaderas máximas de religión y piedad".[4] Tras dos años de destierro en Talavera, la salud de Sor Patrocinio se resintió y, tras solicitudes epistolares por su parte en ese sentido a la reina, obtuvo permiso para trasladarse a Torrelaguna, donde viviría durante cinco años.
El proceso judicial sustanció también otro hecho, descrito por la religiosa como un vuelo en que un diablo la condujo por tierras de Guadarrama, rapto que finalizó depositándola sobre un tejadillo del convento, en el que la monja había sido descubierta por sus hermanas de Orden, fatigada y sucia de tierra y restos vegetales. La propia Sor Patrocinio no supo dar razón de lo sucedido, por no poder explicárselo. Se comprobó a instancias judiciales que el acceso a ese tejado era sumamente fácil y sin riesgo alguno desde un ventanal del convento.[5]

Regreso a Madrid[editar]

Acabada la regencia de María Cristina y siendo ya Isabel II reina de pleno derecho, se permite a Sor Patrocinio el regreso a Madrid, concretamente al convento de La Latina que regentaba su Orden. Su influencia en los reyes va ascendiendo y se la traslada al convento de Jesús Nazareno donde ocupa el cargo de maestra de novicias (1845). En 1849 sufre un atentado con arma de fuego del que sale ilesa. Poco después es elegida abadesa, siendo reelegida para el mismo cargo, hasta su muerte, en los diferentes conventos a los que fue trasladada. Paga sus maniobras contra Ramón María Narváez con un destierro a Badajoz, aunque el general pronto la perdona y permite su regreso.
A propósito de la relación de Sor Patrocinio con Isabel II, la Infanta Eulalia, hija de la reina, relata: "oí muchas veces hablar a mi madre de que el Padre Claret, su confesor y personaje de gran influencia cerca de ella, y la monja Sor Patrocinio (...) le habían sugerido el dirigirse a Pío IX en solicitud de la declaración del nuevo dogma. Mi madre, muy religiosa (...) consiguió que otros soberanos católicos la firmaran con ella y también actuaran cerca del Pontífice."[6] Se refiere la Infanta al dogma de la Inmaculada Concepción de María, definido el 8 de diciembre de 1854. Sor Patrocinio llegó, pues, a tener influencia teológica, a través de sus encumbradas relaciones sociales.

Nuevos traslados y fundaciones[editar]

Para intentar alejarla de Madrid y de su supuesta influencia en las voluntades de los reyes, es enviada a Roma para que sea estudiada su presunta fama de santidad; sin embargo, enferma en el camino y no puede llegar a Italia. Por orden del gobierno es trasladada al convento de las Hermanas Descalzas de Toledo. Más tarde en el convento de Montserrat de Madrid funda la primera escuela para párvulos, de niñas pobres. Llegados al poder los generales Narváez y Espartero, es desterrada al convento de Clarisas de Santa Catalina Mártir de Baeza. El arzobispo de Toledo le ordena que se traslade a un convento en ruina en Torrelavega para que sea reformado. Después de cumplir esta misión, comienza la fundación de conventos, siendo el primero el de San Pascual en el Real Sitio de Aranjuez. En él tuvo lugar un segundo atentado sobre Sor Patrocinio, también con arma de fuego e igualmente sin efecto.[7] A este convento le seguirían otros en La Granja de san Ildefonso, en San Lorenzo del Escorial y en Guadalajara. Durante este periodo se le atribuye el profetizar a Nicanor Ascanio que iba a morir mártir.

Último destierro, regreso y muerte[editar]

En 1868 triunfa la revolución que hace caer la monarquía. El Cardenal Ciliria la envía a Francia para impedir que caiga en manos de los revolucionarios. Allí la monja continúa su misión fundadora. Escribe la regla de una nueva orden que sería aprobada por el obispo de París. Con la restauración de 1874, llega al trono Alfonso XII y se le permite el regreso a España, donde prosigue su labor fundadora, incluso durante el último año de su vida; fallece en el convento del Carmen de Guadalajara, en 1891. Su proceso de beatificación comenzó en 1907.

Fuentes[editar]

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Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Benjamín Jarnés: Sor Patrocinio. La monja de las llagas. Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1972, pp. 32-33
  2. Reproducción de las actas del proceso, en Jarnés, p. 204
  3. Jarnés, p. 214
  4. Jarnés, p. 223
  5. Jarnés, p. 220
  6. Eulalia de Borbón: Memorias. Ed. Juventud, 4ª ed., Barcelona, 1954, p. 65
  7. Jarnés, p. 22

quinta-feira, 11 de julho de 2013

quinta-feira, 4 de julho de 2013

MADRE OLIVA MARIA DE JESUS

 

madre_oliva     

 

 mosteiro_da_luzMosteiro da Luz, S.Paulo

 

Autoria: Irmã Maria Antonia, concepcionista e Claudinei Pollesel, do I.H.G.P.

 

Oliva Maria Grespan, seu nome civil, nasceu em Treviso, na pequena comune de São Martinho, Itália, em 04 de abril de 1879. Foi a segunda dos oito filhos de Giovanni e Joana Vicentin .

Com oito anos imigrou para o Brasil com sua família, pois seu pai havia recebido um proposta de trabalho na indústria de tecelagem. A proposta de trabalho na capital não prosperou e a família veio residir em Piracicaba.

Aqui viveu até os 15 anos, aprendeu as primeiras letras e fez a primeira comunhão. Desde muito cedo manifestava o desejo de ser religiosa e este seu desejo foi acompanhado pelos frades capuchinhos e de modo especial, pelo Frei Felix, seu orientador espiritual.

O mais natural teria sido seu ingresso numa congregação presente na cidade, como as Irmãs de São José, do Colégio Assunção, mas seu desejo era de clausura. Conhecendo este seu desejo Frei Felix a levou para São Paulo e Oliva ingressa no Mosteiro da Luz, em 1894.

Mesmo sendo muito simples e com pouco estudo, foi uma religiosa exemplar e tornou-se abadessa deste mosteiro, cargo que ocupou por 33 anos.

Sua atuação neste mosteiro é considerada o complemento do trabalho iniciado por Frei Galvão, pois completou e aperfeiçoou sua obra. De simples recolhimento de religiosas, o Mosteiro da Luz agregou-se á Ordem das Monjas Concepcionistas de Santa Beatriz, com todas as honras e obrigações inerentes á esta elevação á Mosteiro de Direito Pontifício. Com isto as Irmãs puderam professar votos solenes e perpétuos e trajar o hábito branco, preto e azul das Concepcionitas.

Foi um trabalho imenso que causou muitos sofrimentos á Madre Oliva, pois houve muita resistência de algumas das antigas irmãs, que não quiseram se adaptar ás novas regras.

Mesmo com a saúde extremamente frágil ainda arrumou meios e fundou o Mosteiro da Imaculada Conceição de Guaratinguetá, cidade onde nasceu o Santo Frei Galvão e fez a mesma reforma iniciada na Luz, no Mosteiro da Imaculada Conceição e Santa Clara, de Sorocaba. Não media esforços para divulgar a devoção á Imaculada Conceição, a Santa Beatriz, fundadora da Ordem, e a Frei Galvão, que na época estava em processo de beatificação.

Mesmo com todos os limites culturais aprendeu todo o ofício divino em latim e formulou todos os estatutos do Mosteiro, na mesma língua. Em 1928 publicou a 1ª. Biografia completa de Frei Galvão e em 1936 , a 2ª. edição ampliada. Esta obra, hoje rara, constitui um dos mais completos documentos da vida e da obra deste franciscano que se tornou recentemente o primeiro santo brasileiro. Madre Oliva foi uma das testemunhas ouvidas no 1º. Processo de Beatificação, iniciado em 1938. É dela os relatos que atestam fatos extraordinários que aconteciam com Frei Galvão, como a levitação.

Muito amada e venerada pelas irmãs da Luz e por toda a comunidade católica da época, morreu com fama de santidade em 1948, com 70 anos. Relatos das irmãs presentes neste último momento são fascinantes e atestam até mesmo o êxtase final, quando Madre Oliva pode ver a figura de Maria, Nossa Senhora.

Sua sepultura foi aberta oito anos após sua morte e seu corpo encontrado incorruptível. Irmãs e autoridades que estiveram presentes á exumação atestam que seu corpo estava inteiro conservado, seu semblante era sereno e sua pele macia e perfeita. Documento assinado pelo Prof. Dr. Alberto de Oliveira Santiago, prova este fato com os seguintes termos: “ em 19 de julho de 1956 foi seu corpo exumado, verificando-se que o mesmo estava intacto, sem signaes de decomposição… fato extraordinário!” A Irmã Maria Antonia, do Mosteiro de Piracicaba, estava presente á esta exumação e pode tocar o corpo intacto.

Sua vida está intimamente ligada á cidade de Piracicaba, pois ela viveu aqui sua adolescência, freqüentou a igreja e a escola elementar, aqui discerniu sua vocação e daqui partiu rumo à clausura do Mosteiro da Luz, em 1894, optando por deixar os pais e os irmãos, á quem tanto amava.

Com a fundação do Mosteiro das Concepcionistas de Piracicaba em 1956, junto com as irmãs veio a veneração pela figura e vida de santidade de Madre Oliva, pois a 1ª. Abadessa de Piracicaba, Madre Maria Helena e a Irmã Maria Celina, pioneiras desta fundação, conviveram com Madre Oliva e receberam dela os mais belos exemplos e trouxeram as mais belas lembranças daquela á quem todos chamavam de “Mãezinha”.

Em 2009 seu nome foi colocado numa praça da Vila Rezende no Jardim Witter. Foi uma solicitação feita pelos moradores do bairro e pelas irmãs do mosteiro ao vereador José Aparecido Longatto, que apresentou o projeto na Câmara de Vereadores.

Mais que uma simples homenagem esta pracinha lembra a vida de uma mocinha italiana que saiu de Piracicaba para tornar-se a reformadora e 1ª. Abadessa do Mosteiro da Luz, em São Paulo. Apesar de todas as limitações físicas e intelectuais tornou-se grande aos olhos de Deus.

Suas filhas espirituais aspiram pelo dia em que Madre Oliva Maria de Jesus receberá as honras dos altares.

 

Fonte